Emociones y actitud. 5 claves para influir en nuestras emociones

  • Autor de la entrada:
  • Categoría de la entrada:Blog
  • Comentarios de la entrada:Sin comentarios

 

Las emociones son el lenguaje del cuerpo y los pensamientos el lenguaje de la mente.

¿Cómo podemos influir en nuestras emociones negativas de manera  a sanear nuestros pensamientos y actitudes?

Las emociones son estados afectivos internos con función adaptativa. Son parapeto de nuestros impulsos (el mecanismo inteligente del impulso) y nos permiten responder a nuestro entorno. Son de respuesta inmediata, (algunas vías corticales vinculadas a la emoción no pasan por las áreas corticales vinculadas al pensamiento).

Cuando experimentamos una emoción (miedo, sorpresa, aversión, ira,  alegría y tristeza, emociones básicas) percibimos la realidad bajo un filtro determinado en el cual involucramos creencias, pensamientos, actitudes, motivos y conductas.

Las emociones tienen una base fisiológica en el cuerpo.

Con ellas se desencadena un torrente de corrientes neuronales, secreciones endocrinas y cambios fisiológicos.  James y Longe identifican la emoción como una respuesta consciente de nuestra fisiología o sensación física a cualquier estimulo que la provoque.

“Siento un no sé qué en el vientre” “Tengo una opresión en el pecho” “No siento mis piernas” son expresiones conocidas de cada uno. El lenguaje silencioso o ruidoso de las emociones (según se quiera ver) provoca estados internos, difíciles de controlar, a menos que seamos un avisado investigador del lenguaje emocional.

Daniel Goleman creador del concepto de “inteligencia emocional” la describe como la capacidad de reconocer nuestras emociones y las de los demás y hacer un buen uso de ellas tanto en la relación a nosotros mismos como con los demás. Las personas poseedoras de esta importante habilidad poseen facilidad al comunicar, liderar, resolver conflictos, catalizar cambios y trabajar en equipo.

Emociones y actitudes

Nuestras actitudes son respuestas cognitivas y emocionales (negativas o positivas) a situaciones determinadas. El aspecto emocional de la actitud provocará acercamiento o rechazo del objeto deseado o evitado. Las creencias, el aspecto intelectual de nuestras actitudes, jugaran un papel importante a la hora de aceptar un enunciado y dirigir la creencia hacia tal objeto o situación (ya sea positiva o negativa).

Emociones (rechazando o provocando acercamiento) y creencias (confirmando esa valoración) actuaran, tanto si nuestra actitud es favorable o desfavorable, hacia tal objeto o situación.

¿Cómo reducir el impacto de nuestras emociones en nuestras actitudes y abrirnos a nuevas perspectivas?

Veamos las claves posibles para identificar una emoción negativa y cambiarla.

1) Tomar consciencia. Ser consciente de nuestras emociones negativas es un primer paso para cambiarlas.

Ignoramos muchas veces, que tipo de situaciones o conductas nos hacen reaccionar emocionalmente. Hablar con ciertos compañeros, colegas e incluso nuestro conyugue puede despertar emociones reactivas y mecanismos de defensa que no ayudarán a la comunicación.

Tomar decisiones puede ser fuente de estrés para algunos y someterlos a estados de confusión emocional interna. Hablar en público es motivo de pánico para otros.

Estar atentos a las situaciones que nos provocan esos estados internos afectivos y aceptarlas como tales, trabajando para su resolución, puede ser una vía para evitar el conflicto emocional (con nosotros o con terceros) y minimizar sus consecuencias.

2) Identificar las reacciones corporales al experimentar una emoción.

El cuerpo no miente y traduce con precisión las reacciones fisiológicas ligadas a la emoción ya sean placenteras o desagradables. En el caso de la ira nuestro cuerpo se tensará y en la tristeza, es muy posible que sintamos opresión en el pecho. En cuanto a las emociones positivas nos sentimos liberados, abiertos y enérgicos.

La sensación corporal permite identificar la expresión emocional y facilita también su disolución. Con un mínimo de atención a lo que sucede en nuestro cuerpo identificaremos ese lenguaje silencioso.

3) Acallar el efecto emocional en nuestra mente por la vía corporal, 

es una alternativa para invertir o parar la respuesta adaptativa a la cual estamos habituados. Eso requiere un cierto control corporal pero con un entrenamiento adecuado es fácil y beneficioso para todos.

Pongamos el ejemplo: En situaciones donde nos sintamos intimidados, tenderemos a hundir nuestro pecho, entrar nuestros hombros y bajar la cabeza, en definitiva nos reduciremos o nos haremos pequeños para ser vistos lo mínimo posible.

Lo contrario es también cierto y en una situación de confianza, nos relajaremos dando rienda suelta  a nuestros gestos y movimientos.

Modificar nuestra postura, enderezarnos, abrir los hombros, erguir la cabeza, cambiar nuestra relación al espacio, cambiar de posición son pequeñas e interesantes pautas para cambiar nuestra experiencia emocional, abriendo un nuevo camino diferente al ya conocido. Damos otra información al cerebro y nos condicionamos de manera distinta a la habitual.

4) Respirar. 

Respirar es un buen antídoto a la falta de control de nuestras emociones, pues permite una buena oxigenación del organismo, reduciendo el ímpetu del sistema nervioso de activación, el sistema nervioso autónomo simpático. No en vano respiramos varias veces al sentirnos enfadados para no hablar bajo efectos de la ira.

Una respiración profunda puede llegar invertir cualquier proceso emocional de estrés y restablecer el equilibrio.

5) Elegir las emociones que queramos vivir. 

Existen emociones positivas (el amor, la alegría, la sorpresa) y negativas (miedo, tristeza, ira). Si bien cambiar una emoción no parece fácil, si podemos decidir dar rienda suelta a estados emocionales desagradables o por el contrario evitarlos, eligiendo cambiar nuestros pensamientos y creencias y adquiriendo un mejor control de la situación. La vida es corta y da más de sí, si la podemos vivir felizmente.

Mejorar nuestros movimientos y posturas es una buena alternativa para recuperar un sistema emocional sano, ordenado y sin desbarajustes. La integración de nuestros movimientos permite a nuestro organismo ser funcional y creativo evitando excesos de toda índole. El sentir de nuestro cuerpo abre las puertas a la vía del reconocimiento emocional y a través de la autorregulación, a la sanación.

A través de nuestra postura podemos acceder a actitudes de creatividad y templanza para mejorar nuestras acciones y reacciones, pues a través de nuestro cuerpo en movimiento conseguimos flexibilidad, alineación, seguridad, estabilidad y dinamismo. Alinearnos físicamente tiene su vertiente mental y emocional y todo cambio en una área del sistema nervioso (área motora o somática) influirá de manera determinante en otras áreas del cerebro (emocional, cognitiva) por contagio del tejido cerebral.

La integración corporal mejora nuestras actitudes implicando, pensamientos, percepciones, sentimientos, emociones y acciones.

Elegir nuestras emociones y su manifestación, nos hace personas más maduras y completas. Actuamos con reversibilidad pudiendo detener y reorientar nuestros impulsos o expresiones emocionales.

Si queremos cambiar nuestras actitudes y ser más eficientes, no nos queda más que escuchar y reconocer el lenguaje silencioso de nuestras emociones

Susana Ramon

Si quieres reducir el estrés o la ansiedad personal o profesional, reserva una entrevista telefónica gratuita conmigo

Deja una respuesta