¿Te has preguntando alguna vez como seria vivir sin miedo?
El miedo es una emoción “NEGATIVA” que como el resto de las emociones, tiene su función adaptativa: protegernos frente al peligro y preservar la vida.
¿Pero qué ocurre, cuando dejamos que el miedo pilote nuestras vidas?
La mejor de las intenciones, el mejor de los proyectos, abortará bajo la perspectiva del miedo, pues es un filtro que distorsiona nuestra percepción, nos priva de capacidades e interfiere en cualquier iniciativa de crecimiento y de proyección.
El miedo es un freno para nuestros logros y nos impide crear la vida que queremos.
¿Cuáles son tus miedos?
¿El miedo a equivocarte?
¿El miedo a fracasar?
¿El miedo a ser juzgado?
¿El miedo a tener éxito?
¿El miedo al ridículo?
Más allá del miedo o la ansiedad, existe un potencial innato que nos permite ser personas más capaces, funcionales y empoderadas.
En cuestión de protección, el miedo cumple su función adaptativa. Es nocivo, cuando, en los estratos profundos de nuestro ser, distorsiona nuestras percepciones, incapacitándonos a tener una visión más centrada de las situaciones. Esta percepción, es puramente subjetiva y vinculada a nuestra biografía personal
Esta percepción distorsionada, se crea a menudo, en periodos muy arcaicos, en la infancia. Según Alexander Lowen padre de la bioenergética, existen estructuras de carácter, basadas en la supervivencia, cuya emoción de base se relaciona con el miedo.
Este estado de conciencia viene de lejos. Nuestras experiencias infantiles dejan mella en nuestro organismo, a veces de manera extremadamente inconsciente. Nuestras relaciones parentales, nuestras vivencias de adultos han propiciado, el terreno expresivo de emociones no muy positivas. Si la vida ha sido severa, no daremos confianza facilmente y dudaremos o evitaremos situaciones que puedan hacernos revivir ese sentimiento de inseguridad o por el contrario repetiremos su vivencia.
Sabemos que las emociones están vinculadas al lenguaje del cuerpo y en él tienen su expresión. En este sentido el miedo, la angustia, la tristeza, así como la alegría y la sorpresa conformaran nuestra realidad somática, expresándose a través de ella.
Entendemos por somatización, la capacidad de nuestro organismo, de reflejar a través de estados de tensión o de enfermedad, la influencia de nuestras emociones o pensamientos en el organismo.
En la Dificultad de ver lo obvio, Moshe Feldenkrais, creador del famoso y eficaz Método Feldenkrais™ nos habla del patrón de la ansiedad. Este patrón se forja por experiencias infantiles de protección. Frente a una reacción instintiva de caída (miedo a caer) o frente a estímulos ruidosos, el infante activará una serie de respuestas neuromotoras reflejas, para proteger su supervivencia.
El patrón corporal de la ansiedad
El patrón corporal de la ansiedad, se forja como respuesta a un estímulo violento, por la contracción general de los flexores, los músculos abdominales, la cual inhibe a la vez a los extensores o músculos anti gravedad (de la espalda o columna vertebral). Esta inhibición de los extensores, acompaña las sensaciones del miedo, emoción que inmoviliza e inhibe el movimiento. Podríamos también llamar mecanismo de defensa, a este patrón de organización tan peculiar. Esta tensión abdominal se reflejara en el estado de la columna vertebral y en la espalda. Un tándem importante (flexores-extensores) para nuestro equilibrio neuromotor y energético.
De ahí que muchas personas somatizen a nivel del abdomen o estómago (algunos califican esta zona como segundo cerebro por su vinculación peculiar con un cierto estado emocional).
Vemos entonces que el miedo, la ansiedad, tienen su propia expresión en el lenguaje de nuestro cuerpo y de nuestros movimientos interfiriendo en su fluidez y obstaculizando su expresión.
Por ello, si identificamos nuestros miedos (o frenos) y atajamos los patrones vinculados a esas emociones, podremos desarrollar capacidad para llevar la vida que realmente queremos. Para llevar una vida plena y significativa, podemos superar el miedo, haciéndole consciente y liberando su expresión somática.
El opuesto del miedo es la confianza y generaremos más confianza, si nos damos la oportunidad de apuntar y reconocer esos estados poco creativos.
Si nos lo proponemos todo podemos ser personas más confiadas y confiables.
¿Cómo superar el miedo?
Aprende a relajar tensiones.
La sensación de la energía fluyendo por el cuerpo, permite recuperar una mayor sensación de vitalidad e integración, dejando emerger, nuestros recursos verdaderos.
Modifica la autoimagen o percepción que tienes de ti mismo.
Modificar la autoimagen es enriquecer la percepción que se tiene de sí mismo. Es saber agrandar los límites del propio conocimiento y de la acción y verse como personas más capaces, únicas, poseedoras de talento.
Comprende tus miedos, estrategias de sabotaje, frenos o tensiones.
Sabemos que toda realidad emocional tiene su expresión en el cuerpo. Sin una comprensión clara de lo que nos bloquea, tanto física como emocional o mentalmente, será difícil una acción integrada y enfocada.
Confía en tu potencial profundo.
Reconocer nuestro potencial nos permite vivir con confianza. La confianza es la llave para dejar fluir nuestros pensamientos, emociones, sensaciones y acciones y crear una nueva realidad.
Pasa a la acción frente aquello que te bloquea, para superar la inercia que provoca el miedo o el inmovilismo.
Avanza aunque sea un paso día tras día.
Toma la decisión de ser actor de tu propio cambio.
Implícate en mejorar tu condición de vida.
¿Qué quieres de verdad en tu vida?
¿Qué podrías realizar si no tuvieras miedo?
En tus relaciones.
Con tus finanzas.
En tu carrera o trabajo.
En tu relación de pareja o familiar.
En tu nivel de energía o vitalidad.
Para tomar las riendas de tu vida, necesitas aprender de ti mismo y aplicar métodos y estrategias que te llevaran hacia un nuevo enfoque para tu felicidad.